La historia de este amante del atletismo sale a la luz por estar tres meses sin escribir
No voy a negar que me enterneció la historia que oí anoche en la radio justo cuando me iba a dormir. El nombre de Joaquín Carmona seguro que no lo olvidaré jamás, y juro que hasta anoche no sabía ni quién era. Carmona era (es) un twittero que escribe de atletismo, incluso, algunos de sus más de veinte mil seguidores lo comparan con Maldini (Julio Maldonado), el comentarista de fútbol. Jamás imaginé que este hombre vivía en la calle, que tomaba el wifi de las bibliotecas de Madrid y, lo que más me dolió, que era un indigente. Soy una persona de lágrima fácil pero la dureza de la historia me impedía llorar. Quería, pero no podía.
La historia de Joaquín Carmona sale a la luz porque uno de sus miles de seguidores se dio cuenta de que llevaba más de tres meses sin escribir, y se preguntaba si le había pasado algo o había sido víctima del coronavirus. Lo que nadie podía imaginar es que este twittero vivía en la calle, dormía en la calle y no tenía más techo que las estrellas del cielo de Madrid.
Gracias al blog La bolsa del corredor, el programa El Partidazo de Cope se hizo eco de la historia de Carmona. La entrevista, además de deliciosa, es dura como la vida misma, que acompañado por el reportaje que describe Varona en su blog, te das cuenta de que cualquiera puede tener un perfil en una red social y que lo que cuenta nada tiene que ver con su vida real. Saber separar tus gustos y tus aficiones de lo que te rodea cada día.
No quiero entrar en los detalles que se cuentan tanto en la entrevista de la radio como en el reportaje. Ahí están. La pueden oír y leer. Lo que pretendo describir es que cualquiera que se lo proponga puede hacer de su afición o de su hobby un estilo de vida. Carmona, amante del atletismo, lo ha logrado. La única pena es que no ha podido vivir de ello. ¿Por qué? Ahí es donde quiero llegar, si puedo.
He visionado las historias que Carmona ha descrito en Twitter y son relatos que no encuentras en medios de comunicación. ¿Es que entre los más de veinte mil seguidores (hoy supera los 29,5 mil) de Carmona no había nadie que se diera cuenta de que lo que describe puede tener un espacio que vaya más allá que un simple tuit? El aprovechamiento de terceros lo llamaría yo, pero claro, no soy nadie para hablar por una persona a la que no conozco. Eso sí, daría lo que fuera por conocerlo y charlar un rato con él; de atletismo, de deporte o de la vida, me da igual.
Decía Carmona que la de anoche sería la última que dormiría al raso, que desde hoy su vida daría un cambio de rumbo. Ojalá sea así, y que este twittero pueda vivir de lo que realmente ama, sabe y puede presumir de ello -si quiere, claro-. Acabo de darle a seguir al perfil de Joaquín Carmona. Ardo en deseos de ver el próximo tuit, y que en él cuente que ya no vive en la calle, que está resguardado bajo un techo digno y con un trabajo que le haga hacer valer todo lo que ha hecho hasta ahora sobre ese deporte que tanto quiere. Al menos ya hay gente que ha tomado la iniciativa de ayudarle con una campaña de crowfunding.
