El Mundial del negocio y la vergüenza en Qatar

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Faltan tres días para que el balón comience a rodar en el Mundial de Qatar, una cita ineludible para todos los que aman (amamos) el fútbol. Ni voy a ser nota discordante ni la mosca cojonera, porque para eso llevan hablando y escribiendo más de lo que nos hubiese gustado de un tema que tenía que explotar de alguna manera.

Sí, hace doce años que la FIFA decidió designar las citas mundialistas de 2018 y 2022 de una tacada, algo inaudito hasta ese momento, rompiendo unas reglas (desconozco si escritas o no) y que no dejó indiferente a nadie. Años después se ha demostrado que esas designaciones estuvieron marcadas por la corrupción y el soborno. Nada nuevo bajo el sol después de todo lo que estamos conociendo con el paso del tiempo.

Hace doce años parecía mentira que pudieran ocurrir cosas como la que van a suceder dentro de tres días. Un Mundial en plena competición liguera en todos los países. ¿Cómo nos podíamos imaginar eso? ¡Poderoso caballero Don Dinero, amigo! Ahora nos lamentamos todos, y lo que es peor, nos seguiremos lamentado por mucho tiempo.

En medio de todo esto, más de seis mil muertos en la construcción de los estadios. Lo peor es que la organización que lleva a cabo este evento casi lo justifique, y el presidente tenga la poca vergüenza de decir que solo fallecieron tres personas (a partir del minuto 2:04). Otro detalle importante es que la presidenta del Consejo de Residentes Españoles en Qatar, Nerea Agúndez, y que depende del Ministerio de Asuntos Exteriores de España, se haga la despistada cuando le preguntan si la homosexualidad está castigada en el Emirato. Sin hacer espóiler de la entrevista, pero duele mucho escuchar a esta señora decir que es normal ver en Qatar a dos hombres cogido de las manos, y que no pasa nada. ¿De verdad?

Luego están los negocios atípicos que generan un evento de gran envergadura como es un Mundial. Derechos de televisión, por ejemplo, donde el organizador espera superar los 3.000 millones de euros que dejó la cita de 2018 en Rusia. No va a ser muy complicado, ya les digo. Primero, porque no los cataríes tienen el dinero por castigo, y con tal de lavar su imagen son capaces de hacer lo que haga falta para que todo transcurra como si no pasara absolutamente nada.

No olvidemos que para lavar esa imagen han tenido que echar mano de ‘embajadores’ que no le han importado vender su alma al diablo con tal de llevar a sus cuentas unos milloncejos más. Que se lo pregunten a David Beckham, que por ser la imagen del país durante una década se va a embolsar casi doscientos millones de euros. ¡Nada, una propina! Eso sí, le ha salido un ‘amigo’, Joy Lycett, que destruirá 10.000 libras si no rompe el acuerdo con Qatar. ¡Si, hombre! ¿Estamos locos?

Pero los hay también que han dicho que no quieren ese dinero -pese a las cantidades ingentes que han ofrecido por un rato de trabajo- y prefieren tener sus conciencias tranquilas. Cantantes como Rod Stewart, Shakira o Dua Lipa han rechazado la propuesta, aunque no todos tienen el mismo concepto. Don Dinero, claro está. Maluma, Nicki Minaj o Myriam Fares han dado el sí quiero.

Ni que decir tiene que esto es una opinión muy particular de cómo ahora nos echamos las manos a la cabeza por algo que sabemos que va a ocurrir desde hace más de una década. Si me pongo a pensar, a lo mejor yo también soy un hipócrita después de todo lo que he escrito, porque me pondré delante del televisor a ver los partidos y también estoy justificando todo este desaguisado. ¿Sería un castigo muy grande el autoflagelarme y no ver un solo partido? Sinceramente, el mundo está llenos de hipócritas y yo no voy a ser menos.