De los pocos programas que hoy día se pueden ver en la televisión en abierto uno de ellos es Cachitos de Hierro y Cromo, que emite cada martes por la noche La 2 de RTVE. Sin deja de lado esos faldones con textos en los que explican con un humor más que ingenioso el verdadero significado de las canciones -o el que quieren darle los editores del espacio-, lo más importante para mí está en que gracias a esas canciones que salen del baúl de los recuerdos (que nada tiene que ver con el de Karina) descubrimos, o le encontramos otro significado más acorde a la realidad que hoy tenemos.
El ejemplo más claro lo tenemos en el último programa emitido, dedicado a lo incorrecto. Uno que tiene ya cierta edad se da cuenta de la vida que ha vivido y la que está viviendo hoy. Esas incorrecciones a las que hacen referencia el programa no se tenían en cuenta hace algunas décadas, donde un machismo feroz estaba a la orden del día y no había nada con lo que hacerle frente. Es más, el denunciarlo podía señalarte como una mala persona, por decir algo suave.
Viendo esos ‘cachitos’ del programa me retrotrae años atrás en el que cantar, por ejemplo, la Minifalda de Manolo Escobar era algo tan normal que hasta aplaudías las estrofas y la cantabas delante de la persona que querías. Uf. Esperad que tengo que medir muy bien lo que voy a decir para no caer en el error fácil y ser señalado de machista, misógino o maltratador, incluso. Si digo que soy feminista me podéis etiquetar. Si no lo digo, también. Tampoco quiero dejarlo en algo intermedio para que nadie se dé por aludido.
Vamos a ver. Ya he sobrepasado el medio siglo de vida y algo de experiencia tengo. La gente de mi generación nos hemos criado y vivido bajo un aura de machismo que hoy día sigue perdurando en algunos espacios, en más de los que nos gustaría ver. El paso del tiempo nos hizo madurar -menos mal- para ver la vida de otra manera; muy distinta a la que nos inculcaron desde pequeño en las familias en las escuelas. Hoy el machismo, además de una enrome lacra, no deja de ser un arma política con la que nuestros representantes en las Cortes se echen mierda encima con nosotros como sus escudos. Gobernantes que no hay quién los gobiernen. En fin.
Pongamos el foco en el meollo del asunto: el machismo. La educación es fundamental para no caer en esa trampa. Padres, educadores y gobernantes, entre otros sectores, tienen que ir de la mano para evitar que esta lacra siga creciendo. ¿Queréis un ejemplo? Esto ha sido lo más sonado en las últimas horas. La televisión también puede ayudar a erradicar este mal, por eso he hecho referencia a programas como Cachitos de Hierro y Cromo, que nos da las herramientas para hacérnoslo mirar de una vez por todas, y pensar que lo incorrecto de ayer no es lo correcto de hoy.
